18 millones de euros son tres mil millones de pesetas. Esa es la deuda con proveedores que ha dejado el equipo de
gobierno saliente en Almuñécar. Por ese estilo de gestión, cientos de pequeñas
empresas se han arruinado en los últimos años en numerosos municipios. Como ha
ocurrido en toda España, esta deuda la ha pagado el Gobierno Central entre mayo
y junio. Ahora tienen que devolverla los ayuntamientos. Tenemos diez años para
devolver esa cantidad.
En Almuñécar hay algo menos de 30.000 habitantes contando a
los bebés y los ancianos
Tres mil millones dividido entre treinta mil da un resultado
de 100.000.
Pues eso es. Cada almuñequero y almuñequera tendrá que pagar
100.000 pesetas en estos próximos diez años para saldar la deuda con los
proveedores que había generado Benavides. Si en su familia son cuatro, ya sabe:
cuatrocientas mil pesetas sólo para pagar la deuda con las empresas que habían
trabajado para el ayuntamiento y que llevaban años sin cobrar.
Lógicamente, aparte habrá que pagar el gasto de jardines,
policía local, bomberos, limpieza, recogida de basura, etc.
No le agobiaré diciéndole cuánto debemos a los bancos. O
cuánto debemos a ciertos abogados que están presentando en el ayuntamiento
reclamaciones por valor de varios millones de euros.
Tampoco insistiré en que, además de generar esta deuda, el
gobierno municipal saliente ha gastado casi diez millones de euros que cobró
por adelantado a los promotores que han firmado convenios urbanísticos con
vistas al nuevo PGOU. El nuevo PGOU aún no está aprobado. El nuevo PGOU podrá
contener, o no, esos planes urbanísticos que el anterior gobierno municipal había
ideado. En todos aquellos planes que no se desarrollen, los promotores
reclamarán un dinero que ya se ha gastado.
Por todos esos motivos, señor, señora, le auguro unos
próximos años bastante más duros de lo que usted se había imaginado. Y más
duros de los que se había imaginado el nuevo equipo de gobierno que, sin duda,
tendrá que echar freno al gasto bastante más de lo que, me consta, ya han
hecho.
Reciba un cordial saludo de una aprendiz de economista
pesimista.